domingo, 27 de marzo de 2011

¿Qué es la Savasana?

Por Lupe, profesora de Hatha Yoga del CENTRO ZEN.

Una vez terminada la sesión de asanas (posturas), durante la cual se han realizado múltiples flexiones hacia delante y hacia atrás, extensiones diversas, se ha invertido la posición del cuerpo colocando el corazón por encima de la cabeza, se ha comprimido el sistema circulatorio mediante las torsiones, y la hemos culminado con el pranayama (respiración), mediante la cual hemos buscamos nuevos espacios en nuestros pulmones. Es en ese momento, en el que sentimos el cuerpo cálido, liviano y más tranquilo, cuando llega el momento de la dulce savasana. ¿Y qué es savasana?, pues cultivar el arte del abandono, es no hacer nada para poder sentir, dejar de hacer para ser.

Pero, ¿qué ocurre cuando estamos en la esterilla sin hacer nada?, a la mente no le gusta estar sin hacer nada, aunque más que no gustarle, simplemente no sabe. Imagina que llegamos a un lugar donde hay alguien que no nos cae bien, no nos  ha hecho nada, pero no nos gusta, así que nos vamos lo antes posible de aquel lugar.
En la esterilla, en la intimidad de nuestro ser, nos convertimos en esa persona que no nos cae bien, y al no reconocer este hecho, el subconsciente trata de sacarnos de allí de cualquier manera, y cómo lo hace, pues con picores, con ganas de movernos, de rascarnos, desplazando nuestra atención a cualquier sitio. Incluso detrás de nuestros párpados cerrados, podemos apreciar que el ojo no para de moverse. La explicación radica en que cuando miramos hacia afuera no vemos lo que hay dentro.
Ante esta situación que puede parecer desesperante, el remedio es sencillo, simplemente no hacemos nada, practicamos la paciencia con nosotros mismos, solo necesitamos práctica, práctica y más practica.


Empecemos por tumbarnos sobre la espalda percibiendo que el cuerpo esté bien alineado, que recibimos las mismas sensaciones del lado derecho que del izquierdo. Tomemos conciencia de la temperatura que percibe nuestra piel, de la luz ambiente que envuelve la habitación. Poco a poco, ordenamos a los músculos grandes que se vayan desconectando de toda tensión, luego a los músculos pequeños, a los de la cara, que al principio cuestan un poco más de percibir, pero que con la práctica aprendemos a dominarlos, y centramos nuestra atención en el proceso de la respiración. No realizamos respiraciones profundas, al estar tumbados nuestro cuerpo siente menos necesidad de oxígeno, así que no la forzamos, simplemente la sentimos, sin manipular, ni juzgar, solo la sentimos. Así, sin avisar, llegará ese instante en el que reconoceremos estar sin hacer nada, abandonado a la maravillosa Savasana.

¡Que la disfrutes!.
Om shati shanti shanti

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